Francisco Yuste

Coaching personal y ejecutivo - Inteligencia Emocional.

Empieza el año nuevo y suele venir acompañado de una serie de buenos propósitos, de intenciones que quieres llevar a cabo porque consideras que son buenas o necesarias para ti en este momento vital. Y está muy bien. Establecer metas significa tomar decisiones sobre lo que quieres en tu vida; dirigiendo tus acciones para conseguirlo, motivándote a medida que te acercas al objetivo y reforzando tu autoestima cada vez que cumples tus compromisos. Sin embargo, y a todos nos ha pasado alguna vez, lo difícil es mantener ese compromiso en el tiempo, evitando que se quede simplemente en un puñado de buenas intenciones.

Estos propósitos suelen venir asociados a hábitos que quieres cambiar. Seguro que alguno se te ha venido a la cabeza mientras lees estas líneas: hacer más ejercicio, comer menos azúcar, leer más, dejar de fumar, aprovechar mejor el tiempo libre,…

La buena noticia es que cualquier hábito puede cambiarse, eliminarse o aprenderse. Y con frecuencia, el quid de la cuestión consiste en identificar claramente aquello que se quiere cambiar, creer que se puede cambiar, poner acción y ser constante y persistente en dicha acción hasta conseguir la meta.

Quizá, lo más difícil es esto último: constancia y persistencia; que van directamente relacionadas con la fuerza de voluntad.

¿Cómo puedes fortalecer la fuerza de voluntad? Te ofrecemos en este post dos estrategias que ya Homero detallaba en uno de los pasajes de la Odisea. Te cuento la historia:

En la Odisea, Homero nos dice que, después de ganar la batalla de Troya, Ulises y su tripulación pusieron rumbo a casa. En su camino hacia Ítaca habían de pasar junto a la isla de las Sirenas, donde habitaban esas criaturas crueles, medio mujeres y medio peces, que atraían a los marinos a la playa con una música encantadora y con el propósito de devorarlos. Avisado por la seductora Circe del destino que le aguardaba, Ulises decidió librarse de aquella muerte casi cierta mediante un engaño. Hizo que todos los miembros de la tripulación se pusieran cera en los oídos; todos, excepto él, que deseaba oír el canto de las sirenas cuando el barco se acercara a la isla. Sin embargo, tomó la precaución de hacerse atar fuertemente al mástil. De este modo se las arregló para pasar con el barco ante aquellas criaturas letales y salvar su vida y la de todos sus hombres.

¿Las has identificado? Exacto. La primera es poner cera en los oídos para “evitar el estímulo”. La segunda es atarse fuertemente al mástil para “evitar la respuesta”. Estos son los nombres que reciben en psicología. Si lo llevamos a un ejemplo más cercano, como puede ser la regulación del hábito de comer, “evitar el estímulo” consiste en no tener a la vista aquello que no queremos comer y “evitar la respuesta” podría ser poner un candado al frigorífico.

En cualquier caso, la fuerza de voluntad “significa que todo depende de ti, no de las circunstancias ni de una fuerza interior. Eres tú el que has de hacer que las cosas sucedan”.

Coge las riendas, define la meta, establece las acciones y ponte a ello. Minimiza las excusas.

Cuando cumples el compromiso contigo mismo y logras la conducta deseada, sientes una satisfacción interna que se transforma directamente en un aumento de tu autoestima “sana”.

 

Raquel Cabrero Olmos – Alumna de la 1ª promoción del Experto en Coaching Personal en Valladolid (5C Asociados).
Doctora

Francisco Yuste
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